El dildo la calienta, pero su hijastro la deja temblando

Spencer Scott no aguanta más. Su marido es inútil en la cama, y la falta de sexo la tiene ardiendo por dentro. Siguiendo el consejo de una amiga, se compra un dildo enorme, mucho más grande de lo que su apretado coño está acostumbrado. Apenas lo prueba, se engancha. En el baño, lo pega al vidrio y se lo monta con fuerza, gimiendo mientras se corre rápido. Pero aún quiere más. Va a la cocina con la intención de seguir jugando, pero se encuentra con su hijastro. Nerviosa, oculta el juguete sentándose encima, sin imaginar lo rico que se va a sentir. Intenta disimular, pero él la descubre. Mira bajo la silla, le aparta el asiento y mete su cara entre esas nalgas jugosas, lamiendo el coño mojado sin piedad. Spencer se vuelve loca. Su boca encuentra esa verga joven y se la traga con desesperación. Ya no hay vuelta atrás: lo necesita adentro. Él se la folla duro en cuatro, la hace gritar, y le demuestra que ninguna juguete la va a hacer temblar como su propia polla. Ella acaba en su boca, cubierta de leche y con una nueva obsesión.

27 de septiembre de 2025